Este opiáceo penetró en las calles en la década de los 90 y durante la pandemia se expandió a la velocidad de la luz. Tanto, que los camellos son incapaces de controlar la dosis exacta para no desangrar su clientela. En 2022, murieron 110.000 estadounidenses a manos del fentanilo. Dos mil por semana. Doscientas ochenta y cinco muertes al día.